Demonio con micrófono en mano.

De pie sobre el estrado, el demonio agita los brazos y dice esto:

Yo soy el dios del viento del suroeste, Mi espacio es el espacio de Huwawa y el Gilgamesh; mi sangre, la generosa imaginación del Este; y mi gracia, incomparable, si se piensa bien:

La manita arriba y la manita abajo.

El arte es sacrificio del cuerpo.

La eternidad es la cañería de la vida auténtica.

Si creer, creer en la Fantasía contra todo pronóstico de los maestros.

Si descreer, hacerlo de los que marchan con los palos de la Verdad en los bolsillos.

Patalear como vacas extasiadas en el instante de su sacrificio.

Romper piñatas rellenas de libélulas, mandarinas y colas de cerdo.

Criar niños salvajes.

Rendir pleitesía a la indiferencia de los hornos y los ataúdes.

Quemar barcos pesqueros.

Componer sonetos a los camarones y procurar la belleza de las lenguas sin escrúpulos.

Conjurar hechizos.

Arrear ponis endemoniados.

Y si dolor, el dolor de una inyección de ceftriaxona.

Y si desesperanza, el de mil sueños voluptuosos concatenados en una caja de zapatos.

Nostalgia, el de la castidad evanescente de mi delirio de preescolar.

Y terror, el del Irak maldito y los amaneceres cuando llovía fuego.

Sorpresa, la danza interior de los casquitos en agua hirviendo.

Y visión, la de una cobra lanzada hacia nosotros por un halcón en el desierto.

¡Soy un sueño calamitoso indexado en servidores junto a un lago!

¡Y mis rayos, tiras de papel crepé y lentejuelas amarillas!

Soberbia, la belleza de mis angelitos malcriados.

Y ternura, el amor contemplativo de mil antigüedades en los museos.

Soy Pazuzu, El Bobo, como mi nombre.

Y bobo, como el agua de horchata en mi poema.

¿Venceré acaso cuando el silencio radioactivo se imponga en los continentes?

¿Ruina es sinónimo de substancia?

¿Dios es un escarabajo pelotero?

¿Los ángeles se sodomizan entre nubes de polvo cósmico?

¿La perversión es la quintaesencia que agita el espíritu de los hombres?

¿Cuándo será solo de noche?

¿Y cuándo el azul se manifestará de otro modo?

¡Lluvia de fuego!

¡Lluvia de carne!

¡Lluvia de caramelo!

¡Esta es mi verdad!

Entonces, un niño entre los presentes se levantó, apuntó con su pistola Nerf y dijo esto:

La eternidad son los hilos del dios jalando de tu existencia sin nunca borrarla por completo en el tiempo que discurre como en una fuente en que niñitos encuerados juegan con los pajaritos de la poesía universal expresada en cada instante y en cada sitio aunque no puedes verla ni asirla como yo puedo porque tu razón es el exceso de festividad purpurea de los terroristas con tulipanes en los bolsillos deseosos de alcanzar todo cuanto es sagrado y profano sin contradicción y sin ignorar que la fe también rezuma en el estruendo y en la risa franca de aquellos que palpan en un instante la infinitud herida del Todo y su vértigo o el estornudo o la melancolía o la pereza o las ganas de rodar sobre el suelo y bailar desnudos con los brazos al aire del puro no-sé-qué de la emoción de existir y sentir el agua y el calor de una mujer que sueña y la luz silenciosa en los ojos de los amantes.

Gatos panaderos…

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