• Elementales.

    by

    Si al principio y al final de los días, somos casi indistinguibles, ¿por qué siempre molestarnos en convencer a otros de una forma reiterativa y en algunos casos, casi patológica, de que YO existo y que soy así y asá, y qué hago y digo, esto y aquello? Un ejercicio para una sana forma mental podría ser no darle tanta importancia al cómo somos percibidos. El agua permanece acallada en las piletas de los lavaderos de muchas casas, mientras que el ruido del mar es siempre inolvidable. Del agua todo emerge, todo lo sostiene todo y lo absorbe todo. El aire se distribuye junto con todas las partículas como si fuera una fantasma que no sólo nos abraza, sino que también nos recorre y nos alimenta, sin que apenas nos demos cuenta. El fuego se expande hasta que ya no puede hacerlo y cede al frío y a la oscuridad: el calor es lo que no quiere perder el cuerpo. Y la tierra persiste en el valor de su historia primigenia, sin importar todos los accidentes a lo largo del tiempo. Los animales se mantienen atentos al palpitar constante de la muerte y ni siquiera piensan qué lo hacen. Todas las emanaciones son inocentes de sus efectos.

    Polvaredas de interior…

  • Ángel (demonio) de Fantasía.

    by

    Hay un ángel o un demonio de fantasía que dormita en mi interior a la espera de muchos besos. Que se manifiesta como un gato bípedo con catana y que dibuja signos herméticos bajo mi piel, y al que quisiera robarle toda la pulpa con que está hecho para saciar mi extraña sed. Fuente de sodas que solloza ante la amenaza muy real de verse vulnerada para siempre, descompuesta de un solo golpe. Embriones absortos y absorbidos telepáticamente por el hambre antigua de un cadáver que no cesa, que mira con ojos fijos la nada o el devenir instantáneo de la muerte, mientras los árboles afloran y el estruendo del rayo nos abruma por su ausencia… La bravura del ratel y la insoportable soledad del suizo que libró su última batalla tirado sobre la nieve; o la del cubano del palacio de las blanquísimas mofetas, exiliado en el país de su enfermedad. Animalitos inexpresivos planchados sobre el asfalto caliente y grilletes en las muñecas de ancianos obligados a andar en la cueva del dragón obstinado en meticulosas búsquedas para saciar su extraño erotismo. Que sería incapaz de comerte, pero sí de mirarte como a una promesa súper especial. ¿Oyes la sencilla melodía que brota de entre las nalgas del colectivo imaginario que supongo bajo mi vientre desnudo y que evocan el nombre del dios de los Rayos Gamma para que escupa otra vez? ¿O el sueño de la gallina que se paseaba orgullosa en los pasillos de un centro comercial, mientras era celebrada por una multitud enloquecida que se hacían amorosos cortes entre ellos, y que, en el último instante, saltaba desde lo más alto para estallar con la potencia de una bomba de luz para oscurecernos a todos, mientras aguardo pegado como una chinche en el ala más endeble de mi Ángel de Fantasía?

    Núcleo de miel…
  • Apuntes sobre la Nostalgia.

    Escribe Cioran en «Las cimas de la desesperación», sobre la nostalgia:

    «[…] expresa en un nivel afectivo un fenómeno profundo: el progreso hacia la muerte mediante el hecho de vivir. Siento nostalgia de lo que ha muerto en mí, de la parte muertade mí mismo. No actualizo más que el espectro de realidades y de experiencias pasadas, pero ello basta para mostrar la importancia de la parte difunta. La nostalgia revela el significado demoníaco del tiempo, el cual, a través de las transformaciones que realiza en nosotros, provoca implícitamente nuestra aniquilación» (Cioran, 1996).

    ****

    A mi modo de ver, la nostalgia es el adiós necesario de lo que hemos vivido o hemos tenido que superar, para asimilarlo o eliminarlo de la esfera psíquica y emocional de nuestras vidas. Aceptar que ciertas experiencias y procesos mueren con nosotros, para enterrar una versión o ciertos aspectos, de lo que fuimos alguna vez. Más que estados de descomposición, una depuración o un afilamiento hacia un porvenir que de todas formas apunta hacia su propia desesperación.

    Sentiré dolor y lo perderé todo hasta perder el aliento, pero nunca dejaré de acercarme a lo que busco y lo que me busca, aunque huyamos y nos escondamos como si no quisiéramos encontrarnos, para percibirnos y entrelazar nuestras manos, y superponer el tiempo individual y entregar todo lo que podemos, con las miradas enternecidas ante el brote espontáneo de una explosión indiferente y furibunda, y perder toda consciencia de integridad y el temor a ser dañados o ser insuficientes.

    Ojos susurrantes…
  • la vida ya superó a la escritura. Tilsa Otta. Ed. juan malasuerte. México, 2018. 94 págs.

    Si tu edad es la de ese rayo.

    Tilsa Otta, fantástica escritora peruana a la que tuve la oportunidad de conocer durante su estadía en la Ciudad de México nos invita a repensar la literatura desde la experiencia individual y colectiva, y no solo, desde y hacia la literatura. La primera parte del poemario, titulada “Si tu edad es la de ese rayo”, arranca con “La hormona de la oscuridad” y su invocación del motivo fundamental de la diversión, presente a lo largo de la obra: “Un club nocturno no hace un verano / Mas creo en el perreo / Eterno recreo” (Otta 10) ¿O podríamos plantearnos otros límites que no sean los de la búsqueda constante de la emoción, el conocimiento y el placer? ¿Otras formas de contrarrestar la melancolía del paso del tiempo, que seguir jugando entre las olas del mar? “Mientras el deshielo se hace irreversible / yo sigo / revisando / mi correo / Muero lentamente” (Otta 14)

    Alegría de vivir. Donde se plantea un fenómeno semejante al del efecto de la erosión del agua sobre las piedras: “Estoy pensando en dormir siempre / Porque la alegría de vivir satura los colores y mis ojos / Se desgastan, palidecen, se desgañitan”. (Otta 18)

    Como sombras de un tema musical. Que habla del abandono de una interioridad cálida y familiar, aunque también oscura y silenciosa, a la inmensidad del todo, como un recién nacido o como un astronauta: “Ya mi corazón está en otro lado / Hemos brotado del huevo / De un ave del paraíso / Ahora la belleza se reproduce conmigo” (Otta 21) Para salir y permanecer en el oleaje del mundo, en su vaivén impredecible, y reconocer los componentes poéticos de la vida, con sus muchas y diversas posibilidades: “No logro zambullirme profundo / Me pierdo siempre en la superficie / Puedo hacer el muerto mar adentro / Donde el sol se baña / Y el oleaje se pone más glitter más de gala” (Otta 28)

    I love her and this song. La admiración de la belleza física de los otros suele ser el desencadenante para el descubrimiento de vínculos sexo-afectivos inolvidables o pasajeros, aunque no siempre sea el caso, lo que es triste y decepcionante, aunque no siempre o no tanto: “I love this girl. Just omg / I want this song inside me” (Otta 29)

    Espejos raros, reproductivos. La vida puede ser muy pero que muy extraña.

    Guía para los navegantes de la tierra. Si el universo se nos revela de golpe y al mismo tiempo, nos atraviesa con todas sus dimensiones, aunque no podamos estar conscientes de todo lo que sucede, puesto que ello equivaldría a la locura, ¿qué es el olvido sino el gesto elegante de la finitud de la existencia?

    Me gustan las aeromozas. La poeta nos habla de su amor por las mujeres, así como de la ilusión del juego estimulado por el deseo de nuevas experiencias que nos procuren el sosiego y la alegría, como un paliativo ante la finitud de la existencia y sus pesares. La escritura como un aliciente para generar nuevas posibilidades.

    Accidente de nacimiento. ¿Nostalgia por las viejas formas de hacer poesía?

    El nuevo cielo. ¿No nos sería más provechoso plantearnos un paraíso en el que no hallemos la paz eterna, sino el éxtasis y el delirio, abierto a todo el público, las veinticuatro horas del día? “Y así podemos seguir por siempre / construyendo el paraíso con nuestros caprichos / con nuestros fetiches nuestros amores nuestros vicios…”. (Otta 45)

    Soma V. Si inmutable es nuestro amor por la vida, no menos necesaria es la urgencia por vaciarnos cada cierto tiempo para seguir fluyendo: “Hay cosas que nunca podré contar: / 1. Las que no veo / Como las estrellas que brillan en mis ojos”. (Otta 49) Y es que, ante cada elección, inevitable es el regusto amargo por las omisiones que implica la que sea que elijamos. El tiempo pasa y caemos en la cuenta del silencio que lo envuelve todo, así como en la certeza de la inutilidad de la belleza: “(( Vamos a pararnos al borde del abismo como cabras locas / hasta que el vacío se conjugue en nuestros nombres / y el silencio devore nuestras bocas )) / No busco belleza…” (Otta 50-51)

    Extraterrestre. ¿Cuál otra será la responsabilidad de los poetas si no es el registro de su fantasía, sus intuiciones, sus pasiones, sus pensamientos y sus aventuras? Pues así como es de necesaria la emoción y el conocimiento desde la experiencia, también lo es la calma, por lo que la poeta es una suerte de conciliador entre el vértigo del abismo y las visiones de claridad que lo atraviesan sin previo aviso, como un controlador de fuegos fatuos que desfallece como todos y junto con todo: “Mi corazón envejece trotando como un caballo hermoso […] Un caballo  que solloza y alumbra / Con su respiración extraña / Un resoplar extraterrestre […] Habrá un fuego que apagar, especialmente si escribes poesía” (Otta 52-53)

    Sueños para PC. La poeta vive bajo su propia ley: celebrar los placeres simples y perfectos de la vida: “Qué lujo incomparable bañarse con la lluvia / Secarse con el sol / Que la tierra cubra totalmente tu cuerpo / Con ayuda del viento” (Otta 57)

    Cosas que pienso. Y la visión y la locura hermosa…

    Contar en orden alfabético. Para instaurar espacios de libertad, personales, auténticos y abiertos, a la vez.

    Velocistas jamaiquinos del amor.

    Prefacio: el amor como deporte olímpico. El amor es para la poeta una apertura constante a la vinculación y el conocimiento, pero no solo hacia las personas, sino hacia todo aquello que aviva el fuego y las aguas de la vida: “A usted también lector, no olvide dejar abiertas sus redes domésticas para las rosas telepáticas.” (Otta 65) Y más en estos tiempos, en los que la inestabilidad contemporánea lo permea todo, desde la vigencia efímera de los contenidos de internet, hasta los algoritmos que nos conducen a unos y otros; o las redes sociales a las nos hemos vuelto adictos, en mayor o menor medida, y que impactan de alguna forma en los modos en que nos relacionamos hoy en día: “Me gusta pensar que cuando las parejas enamoradas dicen que se amarán por siempre / Realmente su amor durará para siempre” (Otta 70) Con su lengua de comunicación e incomunicación, de gestos y silencios, personales y universales, a la vez: “Me gusta pensar que todo este tiempo / Has tratado de decirme algo / Con tus gestos / Cuando no te comprendo” (Otta 71) Pues grande es el temor ante la vulnerabilidad que permea un sentimiento: “el temor a perder el control de mi corazón y volverme totalmente mi corazón” (Otta 75)

    Caribe. Y las historias individuales hiladas con acuerdos, consenso y libertad. Las nuevas y viejas historias, pese a los corazones rotos o el placer loco.

    Me pregunto si se percibe en mi escritura que estoy en la cama. La poeta reflexiona sobre la necesidad de la meditación, el aislamiento y el recogimiento; pero también la partida, los recuerdos y la distancia física: “Ahora me recupero de una infección / Que puede ser vesicular o renal / Esencialmente de origen emocional” (Otta 80) […] “No tengo problemas para amar en absoluto” (Otta 82) […] En resumen, no quería enamorarme porque ya me voy / y acabo de pasar por esa distancia física / que atraviesa el cuerpo por dentro / creando agujeros negros donde habitan recuerdos tan buenos / que trapean el suelo con el presente. (Otta 86)

    Cuerpos dóciles. Pero sin importar qué, quizá solo nos reste el sentimiento hacia todo lo que conserve nuestra memoria como frágiles secretos o hermosos tesoros. Satélites que nos orbitan con su discreta presencia luminosa.

    Referencias.

    Otta, Tilsa. la vida ya superó a la escritura. Perú: juan malasuerte, 2018. Impreso.

  • Teoría de la recepción

    by

    Espiritualmente, se pueden adoptar tantas formas como uno pueda imaginar, a riesgo de perderse o confundirse, innecesariamente. Esto es útil para alguien que escribe historias, pero la tendencia a ser muy receptivo a las formas de los otros, resulta problemático, porque nunca se está tan seguro de quién se es en realidad. Hoy soy un hombre tranquilo, mañana un loco. Uno que trabaja incansablemente y mañana, uno que lo abandona todo como si de pronto dejara de importar. Se es poseído caprichosamente por un estímulo o por otro, por un cierto enfoque, una cierta interpretación, de un gesto, de una frase, un deseo, una visión o una ilusión… Y esto crece y se distorsiona, sin ninguna certeza de que habrá forma final, o si esta supuesta forma tendrá una relación consistente con lo que sea que la haya precedido. Y más importante aún, averiguar si el punto de partida fue motivado por intereses sinceros y conscientes, o no. Pues este soy yo, un marasmo de configuraciones posibles: un arma potencial, un escudo potencial, una burbuja potencial. En este sentido, nunca estoy tan seguro de si busco lo que quiero o lo que debo o lo que puedo buscar, sino hasta tiempo o mucho tiempo después, y solo porque he insistido lo suficiente o he sido lo bastante inconsciente como para no pensar en el posible devenir de las cosas. Control o descontrol. Vapor, hielo o líquido. Agua informe, estero de aguas oscuras o un cenote que es un laberinto. El sueño de un pez monstruoso a la espera de un solo milagro.

    Pieles de gato…
  • Pulso de un cuerpo de agua

    by

    Agridulce y evanescente, espero sin saber qué es lo que espero.
                Frutos acuáticos en un manglar lleno de víboras.
    Agridulce y evanescente, observo sin entender qué es lo que miro.
                Rostros cautivos dentro de frascos de vidrio.
    Cobijado y risueño, enloquezco sin escándalo alguno.
                El silencio afable que también es delirio.
    Cobijado y risueño, no fantaseo en vano con sostener el peso de un cadáver desconocido.
                Y acariciar la proporción de su espacio y la significación de su vacío.
    Serio y descarado, caliento mis demonios con un simple vaso.
                Vodka muy frío.
    Serio y descalzo, recorro el mismo camino hacia ningún sitio.
                Lobezno solitario.
    Y sibilante, nave en descenso, el ensueño se incendia en caída libre sobre las aguas de un más allá,
    donde el tiempo será transfiguración y la memoria un arrecife.
                Corazón disuelto entre las olas.
    Hielo maligno…
  • Los Falsos Dioses

    by

    Mi alma no es femenina ni masculina, es una cobija grande, una sábana que cae de un edificio muy alto: los primeros ojos que la descubren y el calor de unas manos sobre otras, mientras la lluvia gobierna con su golpeteo sobre las ventanas, e insiste en atravesarlas como si fueran hechas de membrana callosa. Tela sin cielo desvanecido que cambia de temperamento, como el pocillo donde el agua hierve, mientras ejecuto mi tormento contra los imperios que me llaman: las marchas de los ancianos con sus bastones por lo alto y los locos vagabundos que escalan las luminarias para abrazar la luz, el arcoíris de un rojo tan acuoso como la sangre que gotea de la mesa del carnicero, y que evoca el término de la frontera, mientras aplasta la carne y escurre el blanco sobre el hoyo oscuro, como la sangre que me diste, fantasía-oblicua del pasto que me nace entre las piernas, para llenarme de insectos que se buscan para decirse cosas al oído y se deshacen con tenue movimiento, mientras todo me amansa y me asusta hasta depurarme los nervios de los asombros vitales y volcarme sobre un conjunto de mangos transparentes: frutilla quemante que exuda lágrimas de maldad sabrosa, molcajete en que se revuelve el misterio de las yemas de mis dedos hendiendo el vapor voluptuoso que se me introduce por los orificios, hasta hacerme expeler todo la sangre que no dije y todo la perplejidad in- descubierta que no desaterré de entre los escombros del palacio que anhelaba ser cueva, porque tuvo miedo, como tienen miedo las ballenas a las que de pronto explota una granada dentro de ellas, o la fuerza que me desgrana en huesos de papaya de los que luego brotan sonidos que ascienden hasta el techo, dagas de cristal azucarado que se rompen en su vano intento por perpetrar mi homicidio, dientes de vampiro que caen sobre mi regazo, mientras desnudo me baño en la cascada de aguas amarillas, donde mis recuerdos más felices se reconstruyen como gatos atropellados que se alzan de pronto para recoger sus vísceras, y el cazador numinoso apunta sobre una piedra los pormenores de la trampa que ha diseñado para sí mismo, y las plantas se inquietan y se inhiben ante su paso y los animales pequeños comparten historias con las cámaras apuntando a sus caritas, todo lo que pasa en nuestra habitación-guarida, mientras las paredes se queman y se licuan junto con todo, y ya no tengo seguridad, ni seriedad, ni serenidad para entender lo que soy ni lo que hago, ni a dónde estas llamas me empujan como si fuera un globo, y me vuelvo entonces un gran socavón que se abre despacito en este desierto donde cabría toda la luz y donde sería luego sepultada, para inaugurar la noche perpleja de las estrellas que al fin sueltan sus pesares, rayos silenciosos que estallan para dibujarme, sombras radiantes del tiempo raro de los nuevos besos -y las esquirlas de diamante que irrumpen a mi deshora: la hora de los diablos grises, la hora de las bombas que no estallan, que se reprimen; la hora del gallo con la cabeza colgante, la hora de las manos sin cuerpo que saludan a los perros que pasan, la hora de los juegos acrobáticos de los niños de los árboles, la hora de los jarabes para los enfermos que desean morir en un sueño, la hora del simio ahorcado y de los pájaros que han ido a habitar sus costillas, la hora de los extintores sexuales encerrados en jaulas y de los amantes que juegan a destruirse con cuchillos que hacen con sus propios huesos; la hora de los juegos bárbaros y la hora del lobo, la hora en que los antiguos duermen al amparo de los dioses nuevos; y la hora de los monumentos alzados a los falsos dioses por los que salimos en fila india para abandonar nuestro tributo: carne de ciempiés gigante, ojos de tiburón ballena, tentáculos de calamar colosal, cáscaras de fruta llena de pentrita, semen de cerdos en frascos de leche. Y la hora en que los falsos dioses llaman a nuestra puerta, dejan una nota, marcan, se dan la vuelta, vuelven, cambian de parecer, se arrepienten, suplican, cantan canciones tristes, escriben cartas, recitan poemas, mandan a hacer señas de humo, deletrean nuestros nombres, y todo para decirnos que nos extrañan, que El Inmortal nos anhela, que alimentemos nuestro dulce encanto, que bailemos con los ojos cerrados y las manos en los bolsillos, que la inundación prosiga, que nos aman, que amemos: los Falsos Dioses.

    Extracto de mi novela en proceso. Leído en la librería Escandalar, el 17 de Octubre de 2019.

    Plumas caen…

  • Escribir I

    by

    Escribir me ayuda a expandir la claridad siempre vacilante en mi vida. Allí soy lo que soy, lo que no, lo que podría ser y lo que fantaseo sin más. Me ayuda a no perder el foco de lo que es importante. Como si constantemente tuviera que recordarme la forma que quiero, y luchar contra la falta de foco y de forma y de intención y sustancia y todo lo que es bueno. Terminar la novela es el mayor esfuerzo de mi voluntad. Aspiro a las doscientas y tantas páginas de buena prosa. Doscientas y tantas páginas de narrativa, dedicadas al delicado pensamiento de que la fatalidad lo salpica todo. Como una brisa que desciende para recordarnos que el sentido es responsabilidad nuestra. No de Dios, o tal vez sí. Porque no hay fe sin lucha constante contra todo lo que no es sentido, sino ruido, cansancio, angustia y exasperación. Narrar es recordar que sí hay cosas por las que vale la pena sacrificarse, más allá de la tentación de solo pensar en nosotros mismos. Soy imperfecto, pero procuro ejercitarme en el arte de la creencia de que se puede construir algo más grande. Ser un ejército para nuestra propia salvación. Palmeras que den buenos cocos. Y, no obstante, la paradoja es la soledad abrupta del acto de escribir. Es mejor acostumbrarse porque el silencio, el olvido y la soledad, son lo más grande. Son infinitos.

    Algo se desliza…

  • Licantropía al mediodía.

    by

    Ningún trabajo es tan grande como los rayos del mediodía, 
    pero ciertos brotes de emoción son tan grandes como la marea.
    Algún día todo será cubierto y un dios endeble surgirá para cantarnos.
    Mis ojos verán mucho menos de lo que podrían, pero puedo intuirlo todo, 
    porque mi corazón es una grieta.
    Lámpara vendada con el sudario de un ave extinta.
    No tengo control, soy controlado.
    Algún día no pensaré más, ninguna consciencia me gobernará, 
    seré poseído, y miedo y felicidad, entrega y dominación, serán una y la misma cosa.
    Algún día todo estará mal.
    El licántropo es una evocación y un sentimiento venido desde la nada.
    Es hambre.
    El licántropo es llanto feral.
    Es fuego frío ardiendo en el rincón de una casa oculta.
    Y está aquí.
    Es el término de la frontera y el resquicio donde todo se abulta.
    No tiene anhelo y es casi nada.
    Cazador disfrazado.
    Cuerpo numinoso.
    Botellas vaciadas de alegría.
    Contemplación de los pantanos.
    Extremidades abiertas.
    Disparos al aire.
    El licántropo flota a mitad de la noche, 
    mientras el rojo tiñe el blanco de sus ojos y recuerda:
    El viento agita las cortinas y los amantes se acompañan una vez más.
    Se sientan a comer en silencio y olvidan que están allí.
    Que existe este poema.
    Que son este poema.
    Que los ciervos de la noche no cantan para ellos.
    Y que las goteras de su casa recuerdan al cuerpo de un dios terrestre que se derrite, 
    pero no piensan en su final.
    Aman la intensidad de su ensoñación sin temores y salen para bailar en la última hora de la noche,
    mientras el licántropo observa a una niña asomarse para lanzar un beso desde su ventana.
    Nada le importa ya, todo reverbera a través de si.
    Nostalgia de un sueño quebrado.
  • Demonio con micrófono en mano.

    by

    De pie sobre el estrado, el demonio agita los brazos y dice esto:

    Yo soy el dios del viento del suroeste. Mi espacio es el espacio de Huwawa y el Gilgamesh. Mi sangre, la generosa imaginación del Este. Y mi gracia, incomparable, si se piensa bien:

    La manita arriba y la manita abajo.

    El arte es sacrificio del cuerpo.

    La eternidad es la cañería de la vida auténtica.

    Si creer, creer en la Fantasía contra todo pronóstico de los maestros.

    Si descreer, hacerlo de los que marchan con los palos de la Verdad en los bolsillos.

    Patalear como vacas extasiadas en el instante de su sacrificio.

    Destrozar piñatas rellenas de libélulas, mandarinas y colas de cerdo.

    Criar niños salvajes.

    Rendir pleitesía a la indiferencia de los hornos y los ataúdes.

    Quemar barcos pesqueros.

    Componer sonetos a los camarones.

    Y procurar la belleza de las lenguas sin escrúpulos.

    Conjurar hechizos.

    Arrear ponis endemoniados.

    Y si dolor, el dolor de una inyección de ceftriaxona.

    Y si desesperanza, el de mil sueños voluptuosos concatenados en una caja de zapatos.

    Nostalgia, el de la castidad evanescente de mi delirio de preescolar.

    Y terror, el del Irak maldito y los amaneceres cuando llovía fuego.

    Sorpresa, la danza interior de los casquitos en agua hirviendo.

    Y visión, la de una cobra lanzada hacia nosotros por un halcón en el desierto.

    ¡Soy un sueño calamitoso indexado en servidores junto a un lago!

    ¡Y mis rayos, tiras de papel crepé y lentejuelas amarillas!

    Soberbia, la belleza de mis angelitos malcriados.

    Y ternura, el amor contemplativo de mil antigüedades en los museos.

    Yo soy Pazuzu, El Bobo, como mi nombre.

    Y bobo, como el agua de horchata en mi poema.

    ¿Venceré acaso cuando el silencio radioactivo se imponga en los continentes?

    ¿Ruina es sinónimo de substancia?

    ¿Dios es un escarabajo pelotero?

    ¿Los ángeles se sodomizan entre nubes de polvo cósmico?

    ¿La perversión es la quintaesencia que agita el espíritu de los hombres?

    ¿Cuándo será solo de noche?

    ¿Y cuándo el azul se manifestará de otro modo?

    ¡Lluvia de fuego!

    ¡Lluvia de carne!

    ¡Lluvia de caramelo!

    ¡Esta es mi verdad!

    Entonces, un niño entre los presentes se levantó y apuntó con su pistola Nerf, y dijo esto:

    La eternidad son los hilos del dios jalando de tu existencia sin nunca borrarla por completo en el tiempo que discurre como en una fuente en que niñitos encuerados juegan con los pajaritos de la poesía universal expresada en cada instante y en cada sitio aunque no puedes verla ni asirla como yo puedo porque tu razón es el exceso de la festividad purpurea de los terroristas con tulipanes en los bolsillos deseosos de alcanzar todo cuanto es sagrado y profano sin contradicción y no ignoran que la fe también rezuma en el estruendo y la risa franca de quienes palpan en el instante la infinitud herida del Todo y su vértigo o el estornudo o la melancolía o la pereza o las ganas de rodar sobre el suelo y bailar desnudo con los brazos al aire del puro no-sé-qué de la emoción de existir y sentir el agua y el calor de una mujer que sueña y la luz silenciosa en los ojos de los amantes.