• Lo vimos todo.

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    Las cataratas del Iguazú cantando para una lámpara de fuego.

    A un perro sorbiendo vino sonrosado de una jícara de coco.

    A un gato soñando sobre las páginas de un libro de Max Ernst.

    Los pies destrozados del cadáver de una anciana flotando sobre un río.

    La lluvia pesada de una ensoñación quieta de la ciudad.

    Y la luz bajo los párpados de una tortuga ciega.

    Lo vimos todo.

    El fuego sobre las manos de una virgen en una iglesia.

    Y el atolladero en que descubrimos la unción de nuestra enfermedad.

    Piedras iridiscentes al fondo de un lago sin sosiego.

    Y el olor del invierno sobre tu cuerpo callado.

    El nombre real de algunos astros.

    Y la cintura inquieta de animales efímeros que me cantan al oído.

    Lo vimos todo.

    Una silla partida a la mitad equilibrándose sin esfuerzo.

    El antebrazo de una tulpa melancólica y la mirada de un ciervo malherido.

    Abejas azules sobrevolando la cabeza blanda de un neonato y el amor atrofiado de edificios que se derrumban entre sí, para aplastarnos.

    Una tarántula ahogándose sin remedio.

    Y la expulsión de 333 crías de hipocampo.

    Lo vimos todo.

    La extinción de tu gesto no radiante, pero sí doloroso, infinito, incomprensible.

    El envenenamiento colectivo y la sal neutralizando todas las tierras.

    Cuarenta y dos ballenas varadas y explotadas con dinamita.

    Y ceniza desprendiéndose de tus ojos inciertos, enamorados, amarillos.

    Pechos que manan miel y labios que nunca tiemblan.

    Todo milagro es de naturaleza incierta y toda violencia es infinita.

    Lo vimos todo, todo, todo…

    Pero nunca tus manos, ni tus ojos, ni tu silencio.

    Temblores secretos…

  • La vida nueva, de Raúl Zurita.

    MI DIOS ES HAMBRE

    MI DIOS ES NIEVE

    MI DIOS ES NO

    MI DIOS ES DESENGAÑO

    MI DIOS ES CARROÑA

    MI DIOS ES PARAÍSO

    MI DIOS ES PAMPA

    MI DIOS ES CHICANO

    MI DIOS ES CÁNCER

    MI DIOS ES VACÍO

    MI DIOS ES HERIDA

    MI DIOS ES GHETTO

    MI DIOS ES DOLOR

    MI DIOS ES

    MI AMOR DE DIOS

    (Poema trazado en el cielo de Nueva York el 2 de Junio de 1982. Publicado en Anteparaíso.)

  • Bajo perfil

    Prefiero el bajo perfil y las caderas. Los gatos y la carne. Las mujeres introvertidas y sus manías secretas. El calor y la lluvia. El estilo crol y la música ambiental. Las películas sobre infelices que monologan fingiendo que no lo hacen; o las de aquellos que sonríen acuchillados bajo la sombra de un árbol, como si ese (porque están locos y lo saben), fuera su mayor momento de felicidad. Me gusta la grandilocuencia orgullosa de su ridículo. La ironía y la inocencia dándose la mano. Y aquellos que se pierden por su propia causa y voluntad, porque su inocencia es la más grande. Me gustan los que nunca se rinden, pese a todo y a pesar de la incomprensión. Y amo a los que fallan, sin importar qué, porque amo la vulnerabilidad por encima de todo. Es una relación perversa y devota, lo sé. Y la fantasía del sentimiento religioso, aunque nunca termine de concebirlo dentro de mí. Por regla general no callo y persigo las luces que desfallecen conmigo, como un gato invisible que invoca su oscuridad interior. Creo en Dios a mi manera, pero puede que esto y muchas cosas más, algún día cambien, pero no sé cuándo ni nadie me lo hará saber. Muéstrame la luz de tus dedos, extiende el fuego y nada conmigo, hasta que ya no podamos más.

    Cocos explosivos…
  • Nada.

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    En el agua no escucho solo el ritmo de mi respiración, sino también el silencio de toda el agua. En ella todo es ritmo y su resistencia es su modo de tomar tu cuerpo e invitarte a fluir, para olvidarte de ti mismo y cobrar consciencia de las fuerzas materiales de lo sagrado. El agua contextual: una caricia amorfa o un derrame que nos llenará para para siempre. Ser como el agua: soportarlo todo, toda la corrupción y toda la vida.

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    Lilith (1964), Robert Rossen.

  • ¡Mira a los malditos pájaros divertirse en el cielo!

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    Y al león al que le crecen dientes de león sobre los dientes.

    A la iguana con escamas doradas y canicas con nebulosas como sus ojos.

    Y el brazo henchido de venas donde se apresura la sangre transparente del Dios que extiende el brazo para aplastarnos.

    El submarino cerebral conducido por pulpos fusionados a corales hiperconscientes.

    Y la apertura interestelar al interior de un tacón perdido en el sitio más inhóspito de las cañerías.

    Un trago amargo con las lágrimas de un hada prostituida por un perro salvaje.

    Y los clavos armónicos sobre el caparazón de la tortuga mitológica que desahoga su infinita necesidad de desintegrarse con las nubes.

    La pluma de pan.

    La corona de barro azul.

    La vagina de hielo rutilante al fondo del mar Antártico.

    Y el cometa fálico que se aproxima al centro sensible del universo para jodernos a todos.

    Unas hormigas de oro líquido desplazándose a la velocidad del sonido en dirección al centro del planeta.

    Y la mirada de un niño que sueña bajo el cielo tranquilo y una tarde como cualquier otra.

    Última vez...